Chris Devia

A tres preguntas del destino

29/06/2025

Por Christian Devia

Locutor, periodista y coach ontológico profesional

Ahora que sabemos que estamos —hipotéticamente— a seis personas de distancia de cualquiera en el mundo, me pregunto:
¿a cuántas preguntas estamos de nuestro verdadero destino?

A raíz del texto anterior, Seis grados de distancia (si no lo leíste, te invito a hacerlo en mi web), un colega coach de Comodoro me compartió una anécdota que me dejó pensando.

Me contó que, cada vez que viajaba a una ciudad grande, se desafiaba a sí mismo a no usar guía, GPS ni mapas. Ni siquiera la famosa Guía Peuser, esa libretita de calles y colectivos que usábamos hace unos años.

Su consigna era simple: llegar a destino solo preguntando a personas reales.

Me dijo que, en promedio, con tres preguntas le alcanzaba.

La primera le daba una pista: una línea de colectivo, una avenida cercana, un lugar de referencia.
La segunda lo acercaba aún más: una esquina, un negocio, un punto claro.
Y con la tercera… casi siempre estaba ahí.

Sin querer, ejercitaba algo que hoy escasea: el arte de conversar.
Se conectaba con otros, ponía en juego su memoria, su capacidad de observar, de registrar detalles —el kiosco amarillo, la casa con el duende, el auto abandonado en la esquina—.
Quizás tardaba más.
Pero llegaba con algo más que una dirección: llegaba con una experiencia humana.

Y eso me disparó otras preguntas.

Hoy, la tecnología nos guía con precisión.
No necesitamos hablar con nadie.
No hace falta recordar números ni rutas: todo lo hace el teléfono.
Los auriculares cada vez más grandes no solo nos aíslan del ruido… también del encuentro.

Claro que todo eso es útil, ágil, cómodo.
Pero, ¿a qué costo?

¿Cuándo fue la última vez que llegaste a destino hablando con otros?
¿Y si en el camino no solo encontrás la dirección… sino una historia, una sonrisa, un contacto, una idea nueva?

La frase “todos los caminos conducen a Roma” nos recuerda que lo importante no es solo llegar, sino por dónde llegamos, con quién, y qué aprendemos en el trayecto.


Hoy te propongo algo simple, pero profundo:

Volvé a preguntar.
Preguntá con curiosidad.
Con interés genuino.
Con el deseo de volver a ver al otro.

Y si tenés que ir a algún lugar… probá hacerlo sin GPS, solo con tu intuición y con la ayuda de otros.

Porque quizás no estamos tan lejos de nuestro destino.
Tal vez, estamos a solo tres preguntas de distancia.

Y una de esas preguntas podría cambiarte el camino.
O la vida.

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